Diabetes tipo 2 y consumo de grasa

Diabetes tipo 2 y consumo de grasa


Diabetes tipo 2 y consumo de grasa
 
En relación a la población sana, las personas diabéticas tienen un riesgo aumentado de sufrir arterioesclerosis y enfermedades o accidentes cardiovasculares, que será aún mayor si se asocian otros factores de riesgo cardiovascular, como son la obesidad, la hipercolesterolemia o la hipertensión arterial. Además, la acumulación de grasa abdominal es especialmente peligrosa para este tipo de pacientes. En consecuencia, además de perder los kilos de más y mantenerse en un peso normal, deberá ponerse especial atención al tipo de alimentación que se realiza, especialmente en cuanto se refiere al contenido de grasas de la misma.
Las grasas son la reserva energética del organismo, que éste utiliza cuando se han agotado las reservas de hidrato de carbono. Pero cada gramo de grasa que se ingiere supone 9 calorías, el doble de lo que aportan las proteínas o los glúcidos. Además hay que diferenciar entre los diferentes tipos de grasa (saturadas o insaturadas), pues algunas de ellas, en cantidades inadecuadas son nocivas para la salud al aportar colesterol; mientras que otras, como es el caso del ácido oleico contenido en el aceite de oliva, protegen frente al desarrollo de la arterioesclerosis.
Teniendo esto en cuenta, las grasas no deben superar el 30% de las calorías aportadas por la dieta, teniendo en cuanta que las saturadas deben ser inferiores al 10% y que no deben superarse los 300 gramos diarios de colesterol.
Por tanto, el paciente diabético debe tener una información precisa sobre el contenido y el tipo de grasa de los diferentes alimentos con el fin de equilibrar saludablemente su alimentación.
 
 
Qué evitar
Saber cuáles son los alimentos que aportan grasas saturadas, poliinsaturadas o hidrogenadas es esencial para definir una dieta equilibrada:
  
Alimentos con grasa animal visible o ricos en ella; carne roja con mucha grasa, la piel del pollo, las vísceras, los embutidos, el tocino o las partes grasas del cerdo.
Leche entera y derivados lácteos con toda la grasa: nata, mantequilla, margarina, quesos grasos.
Salsas grasas.
Rebozados y empanados.
Aperitivos fritos (nachos y otros similares).
Yema de huevos en exceso (nunca más de 4 semanales).
Aceite de palma, palmiste y coco, con los que se suele fabricar la bollería industrial. En alimentos envasados, suelen enmascararse tras la denominación de “aceites vegetales”.
  
Lo recomendable
Las recomendaciones para cubrir ese 30% de grasa de la dieta diaria se centran en los siguientes alimentos:
  
Aceite de oliva. Debe usarse para cocinar y freír, pero  en su justa cantidad (10-30 cc.). Lo ideal es cocinar las carnes a la plancha y aliñar las ensaladas mínimamente.
Pescado, especialmente el azul (sardina, caballa, corvina) y el rico en ácidos esenciales grasos (salmón).
Las carnes más recomendables son el pollo y otras aves (sin piel), conejo y la ternera. El cerdo actualmente se considera como una carne blanca, pero debe limitarse a aquellas piezas que no contienen grasa (lomo) o en todo caso eliminarla antes de cocinarla.
Huevos, no más de 3 por semana (un huevo contiene 250 mg. colesterol).
La leche debe ser preferiblemente desnatada o semidesnatada, al igual que los derivados lácteos.
Algunos frutos secos (poca cantidad): almendras, avellanas o nueces.